Distanciarse

El camino es largo -¿hacia dónde?
En cada paso un poco más de tristeza, 
como el polvo, se pega a mis pies. 
(No llores, no merece la pena)
Sé que debo soltar y arrojar
la carga que pesa sobre mis hombros.

La mentira es débil y no resiste el tiempo,
los sueños sólo duran mientras uno duerme.

Y cuando me haya lavado la cara
y secado mis ojos –ni costra ni mirada turbia- 
¿podré decir al mirarme al espejo «ésta soy yo»?

(Inés 1983,revisado en 2012)

Uno es alguien múltiple. Numerosas partes, diversos aspectos, cualidades, formas y deseos, viven y se desviven en eso que creemos ser: un único yo.

Uno tiene un camino que hacer, que es el largo camino de vuelta a casa, para encontrarse con su propio mundo interior y empezar a conocer la multiplicidad de seres y la diversidad de espacios, habitaciones, escenarios, calles, callejuelas y paisajes que componen el tan temido por desconocido mundo interno. Que existe, aunque no lo podamos ver. Hacen falta ganas y sentimiento verdadero, y trabajo, es decir, esfuerzo, para encontrar esa verdad que llevamos dentro.

Es preciso, a despecho de esa ilusión de ser un único yo, empezar por ser dos: el que vive y se desvive y el que observa lo que pasa dentro. Es preciso desdoblarse conscientemente, separarse, distanciarse de uno mismo, para crear ese observador interno que pone luz y enfoca ahí donde no vemos; que observa toda la multiplicidad, todas las divisiones internas, contradicciones y personajes que se mueven, reaccionan y también se ocultan en uno mismo; que permite también ver las partes temibles de uno mismo (menos temibles cuanto más se las ve). Sólo entonces empezamos a caminar sabiendo por dónde vamos y podemos hacernos el propósito de tomar una dirección.

Inés Martínez

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