La Montaña del alma

Rana_budistaVoy a hacer una cosa un poco fea: recomendar un libro que no he leído. Todo empezó cuando una amiga me pasó el fragmento del escritor Gao Xingjian que viene a continuación, pertenece a su obra “La montaña del alma” y es su último capítulo. Es de una sensibilidad exquisita y, a mi entender, transmite de una forma bellísima el misterio que representa estar vivo; la incertidumbre que comporta, y por ende, el ansia de encontrar alguna migaja de compresión. Resuena entre líneas, la quietud, la calma, resultado de soltar la necesidad o la búsqueda de una parcela de seguridad que nos explique qué diablos estamos haciendo aquí (Ignoro si el autor se refería a eso que he nombrado… en todo caso, es lo que me inspira la lectura). Sea como sea, no me negaran que conociendo este capítulo final, se hace muy apetecible leer los capítulos que lo preceden.

 

«Por la ventana, veo en el suelo nevado una minúscula rana. Parpadea un ojo y abre de par en par el otro. Me observa sin moverse. Comprendo que se trata de Dios. Se manifiesta a mí bajo esta forma y mira si he comprendido.
Parpadea para hablarme. Cuando Dios habla a los hombres, no quiere que oigan su voz.
Eso a mí no me sorprende, como si debiera ser así, como si Dios hubiera tenido siempre una rana con un ojo totalmente redondo, inteligente, abierto de par en par… ¡Qué misericordia la suya de tener a bien ocuparse de un hombre tan digno de lastima como yo!
Es preciso que yo comprenda el lenguaje incomprensible con que se expresa con su otro ojo, parpadeando hacia los hombres. Pero eso no es asunto suyo.
Puedo igualmente considerar que ese parpadeo no tiene ningún sentido, pero su sentido radica tal vez precisamente en su ausencia de sentido.
No existen los milagros, he aquí lo que Dios me ha dicho, a mí, eternamente insatisfecho. Le hago  la pregunta:
En ese caso ¿queda aún algo por buscar?
Todo está en calma alrededor. Cae la nieve en silencio. Estoy sorprendido por esta calma. Una calma paradisíaca.
Ninguna alegría. La alegría no existe más que en relación a la tristeza.
Sólo cae la nieve.
En ese instante, no sé dónde está mi cuerpo, no sé de dónde sale este pedazo de tierra del paraíso. Escruto los alrededores.
No sé que no comprendo nada, creo que aún lo comprendo todo.
Las cosas suceden detrás de mí. Siempre hay un ojo extraño. Lo mejor es aparentar que se comprende.
Aparentar que se comprende, pero de hecho no comprender nada.
En realidad, no comprendo nada, pura y simplemente nada.
Así es.»

La Montaña del alma, Gao Xingjian Ed. Del bronce

«VAMOS A HACERNOS LO QUE SOMOS…»

índexEl título es una frase de José Luis Sampedro filósofo y economista,
en Salvados,  un domingo de abril.

La única forma de liberarse de un pensamiento o sentimiento indeseado primero es aceptarlo  y luego permitirle su expresión. Aceptar lo que es y hacernos lo que somos. Esto es el existencialismo en  el cual se apoya la terapia Gestalt. JL Sampedro nos dice: “vivir es  ser conscientes… tener libertad interior… y aprobarte ante ti mismo.”
En la terapia nos encontramos con “No me gusta mi inseguridad”,” No quiero ser tímida”, “Soy demasiado amable y compresivo”, “Me molesta mi facilidad para ceder”, “Siempre me hago cargo de los demás”,  ”No sé poner límites “, “Quiero ser más decidida”, ”Soy muy quejoso…” y un largo etcétera de  motivos de consulta.

Si vengo a terapia para cambiar ESTO que no me gusta de mí, es que YA hay una parte  opresora que dice “No me gusta eso, eso no es bueno” (mi timidez, mi inseguridad, mi agresividad) y una parte oprimida que dice: “Es cierto, tienes razón: lo que soy no está bien y tengo que cambiar”.  Aquí no hay aprobación sino un conflicto.

Este conflicto  se puede manifestar a través de  síntomas psíquicos y físicos, los cuales evidencian dolor psicológico. Para no sentir este dolor a veces lo enmascaramos o falseamos poniéndolo en el cuerpo: dolores musculares, insomnio, trastornos digestivos, cansancio  y otros malestares,  o en la manera  de vivir cotidiana  de forma disfuncional, estanca y repetitiva: con angustia, ansiedad, depresión, llanto, mal humor  y otros.

Si queremos superar este malestar, primero es mejor observarlo y ver qué pistas nos da. Dando un espacio para escuchar nuestro cuerpo y nuestros sentimientos y sensaciones,  podremos hacer algo con ello. En el proceso terapéutico  vamos  reconociendo y  aceptando esas partes en conflicto  y  nos vamos  dando cuenta, esto nos permite   ampliar el campo de percepción  de la realidad interna y externa,  ampliando así los modos de responder frente a la misma. Sin falsearnos y  siendo más auténtic@s.

Pedro de Casso plantea que  la autenticidad  no es alcanzar “el ser ideal” sino basarlo en el sentimiento de un@ mismo,  y la guía para ello es  llenar los agujeros de la personalidad e integrar los aspectos rechazados de mi  mism@.
Vamos a hacernos lo que somos…siendo  conscientes. El filósofo Heidegger decía que las personas “somos las únicas que nos damos cuenta de que nos damos cuenta “, y eso es la conciencia.

¿Cómo lo hare? Aprendiendo a confiar en lo que me sienta bien y lo que no y para ello el espacio de terapia me permitirá escucharme, conocerme y  aprobarme ante mi mism@. Es cierto que no todo lo que siento sé si  es confiable o no (por las distorsiones perceptivas, los mecanismos defensivos,  el  oscurecimiento de unas partes en función de otras, etc.) pero dado que no podemos dejar de sentir lo que sentimos el objetivo será aprender a reconocerlo, explorarlo, ponerle luz, “pelar las capas de la cebolla” y abrirnos al camino de la autorregulación.

Alejandra Sosa Chaparro Abril 2013

TERÀPIA A L’ABAST

imageM’alegra anunciar-vos que, Teràpia a l’Abast, el projecte per treballar amb gent sense recursos ja està funcionant. Ha estat cuinat a foc lent, amb calma i cura gràcies a la participació d’alguns/es alumnes i ex-alumnes d l’Escola del Taller de Gestalt de Barcelona  i d’altres terapeutes propers.
Que funcioni no és gens estrany; el nombre d persones sense recursos i amb necessitat d treball terapèutic és molt  alt. Contribuir a cobrir-la ens satisfà. Ens agrada el ritme calmat i el treball a fons amb el que l’hi hem anat donat forma, i estem oberts/es a seguir modelant-la.
Ara fem un pas important penjant la nostre web.

http://www.terapialabast.com/

Si t’interessa saber més del nostre funcionament entra-hi, és senzilla.
Si necessites més informació, dins la web et permet fer preguntes i comentaris.
Si t’interessa, t’hi esperem!

Cristina Nadal, actual presidenta de T’A

TIERRA

imagesLas baldosas están desgastadas por años de uso, las paredes desconchadas de cansancio y humedad.  Puertas, ventanas y vigas aparecen perforadas por la labor de infinitas generaciones de insectos que han instalado allí su vivienda. Nada más entrar, mis ojos recorren estos detalles que aúllan reclamando auxilio. Y siento que no puedo negarme. No pasan ni dos horas que ya estoy firmando las escrituras que han de hacerme poseedor de la perfecta metáfora de lo desvencijado.

Con la llave de hierro rugoso abro la puerta y, ahora sí, paseo morosamente por la casa. Me empapo de la energía que exudan las paredes, del olor a cerrado, del polvo acumulado que posee la categoría de animal dormido. Pasan los días y advierto que mi relación con la casa se convierte en simbiótica. No salgo más que para lo imprescindible, sintiendo en esos momentos que la vida se me escapa. Tampoco la reformo, pese a que esa era mi idea inicial. Recorro una y otra vez las estancias, me rezago en las grietas. Busco los posos que me ayuden reconstruir su historia. No de las gentes que ahí moraron, no. Busco el alma de la casa. No me importa la humanidad. Me importan las piedras, la madera, la arcilla. Me importa el silencio enmudecido de lo que nunca pudo hablar. La casa no esgrimirá ningún alfabeto conocido por mí. Debo adivinar las claves y después pacientemente aprender a descifrarlas e interpretarlas. No tengo prisa; no temo la muerte, tampoco el fracaso.

La visceralidad me domina y guiado por esta fuerza que se asienta en mis tripas arranco con cuidado las baldosas que yacen en el suelo de la cocina. Aparecen la cal y las piedras que las sostienen. Me afano en retirar esta argamasa para arribar a la tierra. Una extraña sensación me invade, no me preocupo en entenderla ni darle sentido. Compro una pala, un pico y un balde. Primero excavo verticalmente unos dos metros, después horizontalmente. Me siento como un preso que construye un túnel que lo ha liberar. Al principio creo que busco algo, como si indagara una pista o un jeroglífico. Pero de improviso entiendo que no voy tras nada. El propósito no es otro que cavar el túnel, no oteo más horizonte que éste. Mi estado es febril. Tan sólo salgo del túnel para dormir, alimentarme y hacer mis necesidades. Una noche de sueño liviano me despierto ofuscado y me siento extranjero en la casa. Es una sensación en extremo angustiosa. Opto por dormir en el túnel. Sigo avanzando, abriendo el corredor con un diámetro mínimo, así evito salir más veces de las imprescindibles. Por la noche sueño con raíces de árbol, con todo tipo de animales que habitan este mundo que ya siento mío. Con pulso sereno tapono la entrada del túnel dejando un resquicio para que penetre el oxigeno. Me arrastro hasta el fondo de mi guarida, y una felicidad desconocida se abre paso a trompicones en mi interior. Por vez primera en mi existencia me siento seguro. La oscuridad es absoluta, no percibo diferencia alguna al cerrar y abrir los ojos. Decido sellar mis parpados y ahondo en la firmeza de lo sereno. Mi olor corporal deviene acompañante fiel. Empiezo a comer raíces e insectos: ausculto con atención y puedo oír el finísimo murmullo -psit psit- que levanta una lombriz al arrastrarse en mi reducto; la cojo con gestos leves y la llevo a mi boca, la mastico con suma lentitud y el sabor a tierra explota en mis papilas. Llego a percibir el ruido mismo de la vida en los imposibles sonidos que ejecutan las raíces al horadar la tierra. Estoy en el centro de la tierra y el mundo exterior está más y más lejano cada día que pasa. Necesito apasionadamente fundirme en la tierra. Pego mi mejilla en ella y duermo.

Josep Devesa

¿POR QUÉ MEDITAR?

imagesinesbonaA veces me pregunto por qué este empeño en desarrollar una disciplina en la práctica meditativa. Que la meditación ayuda a calmar la mente es una buena razón y de ello tengo atisbos de vez en cuando. En ocasiones, especialmente cuando la meditación es guiada, o  ayudada por una escucha musical, el movimiento o la recitación de mantras, el efecto calmante es claro e intenso. Otras veces, sobre todo en la meditación vipassana, en la que uno trabaja a pelo con su cuerpo y su mente, la práctica resulta más difícil, pues la mente se encuentra sola consigo misma y se distrae con suma facilidad; no obstante, esta forma desnuda, por así decir, es una buena manera de conocer la mente y su funcionamiento y de indagar en los modos de manejar ese caballo salvaje, ese niño caprichoso. Por este motivo, considero muy interesante que la meditación de tipo vipassana sea el elemento principal de una práctica continuada.

“Si quieres controlar a una vaca, dale una ancha pradera”, según un dicho que no sé de dónde viene. Por ahí va la cosa. El aprendizaje de esa permisividad le sienta bien a nuestra mente, y de paso a todo lo que somos. No se puede apagar el fuego con fuego, no se puede controlar con más control esa faceta de nuestra psique tan volátil, escurridiza y ávida de control que es nuestra mente.  Lo que sí podemos hacer es oponer un elemento diferente, creando en nuestro ámbito psíquico una fuerza suave y firme, que actúe como límite  en el campo mental y le dé una estabilidad. Esa fuerza es nuestra atención, y mediante ella expandimos a la vez que afinamos la capacidad de darnos cuenta.

Hay una diferencia sutil –y no tan sutil- entre dejar la mente abandonada a sus desvaríos y observarla sin intervenir. En el primer caso, al no percatarnos de lo que sucede, la mente nos arrastra con ella, eso cuando no cabalga sobre nosotros; pero cuando somos capaces de no identificarnos con lo que sucede, creamos un espacio para simplemente darnos cuenta y regresar al campamento base, que es el ahora, el cuerpo, la respiración. Y también al contrario: sintiendo la postura y la respiración evitamos ser arrastrados por nuestra mente. Es muy importante, eso sí, que esa atención y esa vuelta al presente, al lugar real en el que estamos, no sean efectuadas con impaciencia ni enfado, sino con suavidad, de forma amigable para con nosotros, pues la calma con calma se enseña.

Por último, aunque podría ir en primer lugar, hay algo más que anima esta voluntad de meditar. Se trata de la necesidad de parar y  hacer una retirada hacia dentro. Parar, en primer lugar,  la compulsión por la actividad haciendo un alto en el ajetreo cotidiano, dejando en suspenso la atención a los estímulos exteriores, a veces excesivos, así como el afán por intervenir en lo que ocurre, sea para resolver, mejorar, cambiar…Cierto que ese afán reaparece durante la meditación, incluso con esfuerzos redoblados, en relación con los estados interiores. Pues bien, no cedamos al desaliento, la oportunidad de oro está ahí para que podamos entrenarnos en hacer algo diferente: ni luchar, ni distraernos, sino abrirnos, darnos cuenta, respirar y dejarnos en paz.

AÑORANZA DE LA PIEL DE GALLINA

images1I
«Vendo mi alma. Absténganse el diablo, curiosos y bromistas». A continuación un número de móvil. No soy el diablo y tampoco bromista. Soy curioso y me sentía capaz de disimularlo. Así que llamé. Saltó el contestador y sonó una voz de mujer. Le dije que me interesaba su oferta. Vocalicé cuidadosamente mi nombre y número de teléfono y colgué. Más tarde recibí una llamada suya. Nos citamos en una cafetería. Para hablar de negocios.
Llegué unos minutos antes y me aposenté en una mesa que quedaba abrigada en un rincón, desde la cual obtenía una buena perspectiva del local. Tendría unos cuarenta años, era morena y un pañuelo de seda rojo –nuestra contraseña- envolvía su cuello. Se sentó frente a mí y pidió un café. Yo estaba tenso; ella aparentaba tranquilidad. Ambos dejamos que el silencio envolviera la taza y la cucharilla que removía el azúcar. Tras un pequeño titubeo fue al grano.
– El precio son cien mil euros.
No esperaba en absoluto que fuera tan directa. Siguió:
– Por supuesto, mi alma será tuya el día en que yo me muera, nunca antes. El pago es en efectivo- añadió.
Yo escuchaba con atención, pero como en un sueño.
– Como comprenderás- dijo- no estoy dispuesta  a regatear el precio de mi alma. Por otra parte, no quiero saber cuáles son las razones de tu compra.

Deduje que no era el primero en negociar con ella. A saber cuántos curiosos como yo ya atendió. Escogí bien mis palabras, quería cualquier cosa menos su desconfianza, y le expuse:
– Supongo que imaginas que es una compra que en mi vida pensé hacer.
Me miro y asintió. Seguí:
– Ni siquiera estoy convencido de la existencia del  alma.
– Te entiendo -terció- pero debes saber que si yo tuviera tal certeza, el precio sería muy superior, tal vez ni siquiera la vendería.
Me pareció razonable, era una mujer con sentido común. Me gustó. Me di cuenta que el encuentro tocaba a su fin y ya empezaba a añorarla.
– En caso de existir, claro, ¿Puedes darme alguna pista de cómo es tu alma? – me atreví a preguntar.
Me miró fijamente a los ojos y silabeó:
– Aquí la tienes.
En mi interior se revolvieron la suspicacia de que me estuviera tomando el pelo y la extraña sensación de estar observando el fondo de un pozo desde el brocal.

Los días siguientes quedaron recubiertos de una pátina cuyos ingredientes eran la duda y la incomodidad. La prudencia repetía una y otra vez “¿para qué demonios quieres un alma de propiedad para toda la eternidad?”. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ello.
Cedí a la evidencia: Guadalupe había colonizado mi pensamiento. La cité en mi casa y le entregué el dinero. Ella parecía turbada y frágil. Hablamos poco, pero entreví una rendija para invitarla al cine. Rechazó la cita con una determinación inesperada. Solicitó mi correo electrónico y me dijo que cada mes me llegaría un mail suyo.
– Si un mes no te llega, significa que ya está a tu disposición- remató.
Ya en la puerta, me exigió que jamás me pusiera en contacto con ella.
Con cadencia maquinal recibía mensualmente la notificación de Guadalupe que certificaba su presencia en el mundo de los vivos. Llegaban incluso cuando yo ya no era capaz de leerlos, pues fallecí al poco tiempo, víctima de un accidente.

II
Nevaba y los copos me atravesaban; me movía y no dejaba huella tras de mí. Un estado de arrobamiento perenne era mi divisa. Las migraciones son eventos que las almas tenemos incorporadas en nuestro ADN, así que, al expirar el cuerpo que nos sostiene, iniciamos un largo recorrido a otros mundos; no me pregunten a dónde, cómo, ni por qué, puesto que, además de no saberlo, es algo que no tiene la menor importancia. Escabullí mi destino y mi éxodo no me llevó a otro lugar que a la casa de Guadalupe. Era el lugar adecuado donde esperar su muerte. Deambulaba por los alrededores, me detenía frente a una planta y observaba cómo crecía el tallo que más tarde sostendría una flor, la cual, tras un fugitivo esplendor, comenzaría su ocaso. Quietamente observaba durante semanas y meses dicha transformación. El tiempo es algo inexistente para las almas, un segundo no es muy distinto a un año o mil años. Otras veces me instalaba en el porche de su casa para verla en sus idas y venidas. Fueron años de contemplación, de espera sin asomo de urgencia.

Captaba el paso del tiempo en su rostro afilado y en su cuerpo enjuto que se encorvaba. Una tarde al pasar por mi lado se paró sin pararse y dijo, dirigiendo su mirada adonde yo me hallaba, ya falta poco. Raras cosas son capaces de asombrar a un alma, una de ellas es ser vista. Eso es lo que descubrí en ese momento: sabía de mí, me habló y yo deseé tener un traje de carne para sentir la piel de gallina.
Tardó poco más de una semana en estar a mi lado, abandonada por su cuerpo.  Allí estábamos uno al lado del otro, parecíamos dos aprendices de la vida de las almas, pero era una falsa impresión puesto que no hay misterios para las almas, por la sencilla razón de que no nos interesan las preguntas. Partimos; juntos iniciamos la migración, suave, fluida, silenciosa.

Sucedió de improviso, con la enjundia de lo obvio. De lo casual a la par que previsible, como la noche que sigue al día. Yo lo supe antes que ella, desde el día de mi muerte. Lo mismo que descubrió ella en la suya: los enredos y los trueques de la vida carnal, son poco más que eso, componendas que visten, distraen o dan sentido al devenir; que acompañan el aleteo de los parpados hasta su descanso definitivo. Ambos compartíamos ese conocimiento. Y llegado el momento, ella decantó su recorrido para seguir su camino en solitario. Me quedé solo. Así es: las almas también estamos solas; y de nuevo deseé recuperar por un momento mi envoltura de carne para echarme un trago entre pecho y espalda. Me senté en un recodo de la eternidad y miré muy a lo lejos el sol que había calentado mis huesos. Decidí demorarme unos eones para ver declinar lentamente su fulgor; para presenciar cómo quedamente se apaga y emerge la piedra oscura que ha cobijado sus llamas.

Josep Devesa

CONCIERTO EN AULA

Concierto en Aula Gestalt: «Música y consciencia«duo

Interpretado por Iván Aquiles, Músico, licenciado en guitarra clásica, investigador de sonoridades e instrumentos de diferentes culturas. Con 25 años de experiencia musical, desde los últimos 8 años utiliza instrumentos de sonoridad arcaica y espiritual – Hang, didgeridoo, canto difónico, etc-. Une la música con un trabajo de desarrollo de Conciencia, según las propuestas de Castaneda, y últimamente junto a Cristóbal Jodorowsky.

A continuación, unas líneas en las que Iván Aquiles describe la esencia del concierto:

«Música y Consciencia. Un viaje sonoro hacia espacios de consciencia y escucha interior. Usando como medio la belleza sonora y el poder de las vibraciones del Hang, junto a otros instrumentos y el uso de la voz cantada y hablada, se recrearán paisajes emocionales y ambientes musicales de gran riqueza acústica.

El sonido y la vibración es un lenguaje básicamente emocional y espiritual, con un gran poder evocador y provocador de estados de toma de consciencia y apertura. La música ha sido siempre el instrumento privilegiado en rituales y ceremonias, en todas las culturas y épocas, por su elevado poder transformador. Desde los antiguos chamanes de América, África o Asia, hasta las religiones monoteístas o movimientos espirituales, todos han hecho un uso privilegiado de la música como vía para alcanzar estados de éxtasis.

En esta ocasión, se propone  el Hang como instrumento facilitador de la sesión. Es un instrumento creado en el año 2000, en Suiza, que ha revolucionado el mundo musical por su belleza estética y sonora. Junto al Hang, otras pequeñas sorpresas musicales, así como el uso de pequeños textos extraídos de autores como Jodorowsky o Castaneda, irán guiando el recorrido musical para acercarnos a nuestro Ser.

El concierto tendrà lugar el Jueves 24 de octubre a las 20h. en Aula Gestalt.

Precio 15 euros. (si vienes acompañada/o 10 euros)

Confirmar asistencia, plazas limitadas. Tel 93 301 74 72

 

ESCRIBIR Y/O LEER

llibre_Jeannette WoitzikGracias a la insistencia de Inés Martínez, todos los miembros del equipo acabamos leyendo el libro autobiográfico de Juan José Millás “El mundo”. Un libro muy recomendable, delicioso, tierno y duro al mismo tiempo Y con el sentido del humor tan peculiar de J. J. Millas. En sus primeras páginas aparece un recuerdo relacionado con su padre, inventor de aparatos de electromedicina. Millás describe como su padre le muestra un bisturí eléctrico que está probando. Mientras lo aplica a un  filete de vaca le explica, la peculiaridad del artilugio, que  consiste en que “cauteriza la herida en el momento mismo de producirla”. Millás comprendió que, como el bisturí, la escritura cicatriza las heridas en el mismo instante de abrirlas. De alguna manera este es el leiv motiv del libro, que se abre paso a través de recuerdos, reconstruyendo sus primeros años de vida.
Otro autor, Tom Spanbauer, declaraba que escribía porque “No se puede hablar y llorar al mismo tiempo”.
Ambos, cada uno a su manera, enfatizan los efectos que sobre ellos producen el acto de escribir. Una declaración íntima, que sugiere una cierta liberación y/o curación. Un bien colateral que deseo resaltar, es lo que supone leer a un autor que en cierto estado de gracia, intenta lidiar con sus demonios, su dolor o que simplemente quiere compartir aquello que fue, a la postre, su aprendizaje vital. Son lecturas que no tienen nada que ver con los cánones de los libros de autoayuda, pues no pretenden ofrecer algún tipo de lección, ayuda o guía, pero que tienen la virtud de percutir en la interioridad del lector, de pulsar cuerdas llenas de polvo u olvido. Y, en el mejor de los casos, ponerle palabras (y comprensión) a sensaciones y sentimientos, que en su momento quedaron relegados en el cajón de lo enigmático, de lo intrascendente o lo inquietante.

Dejo una pequeña lista de algunos que, para mí, encajan en este tipo de lectura.

La hija de la amante, A. M. Homes, Ed. Anagrama La autora, cuya adopción fue apalabrada antes de que naciera, relata sus vivencias a partir de empezar la investigación para saber de sus cuatro padres/madres biológicos y de sus familias.

La invención de la soledad, Paul Auster, Ed. Anagrama P. Auster inicia este libro cuando muere su padre. En él evoca la relación con su padre, no siempre fácil, e investiga la historia de su familia.

Gracia y coraje, Ken Wilber, Ed. Kairós En este libro Wilber comparte sus vivencias y reflexiones mientras acompaña a su esposa Treya, que padeció un cáncer.

¿Quién soy yo?, Yi-Tu Tuan, Ed. Melusina
El mundo, Juan José Millás, Ed. Planeta
Eramos unos niños, Patti Smith, Ed. Lumén
Estos tres títulos son autobiográficos. Todos ellos de una sensibilidad exquisita y de un gran nivel de sinceridad y transparencia. Son libros generosos, que sin pretenderlo ofrecen múltiples espejos en los que observar y observarnos.

Cosas que los nietos deberían saber, Mark Oliver Everett Ed. Blackie books Este libro también es autobiográfico, además de contarnos su iniciación y periplo en el mundo de la música, tiene la particularidad de abrir su corazón y compartir sus sentimientos, sin dramatismos, en las múltiples pérdidas (su madre, su única hermana, su tía, su padre, hasta quedarse solo), que vivió en un corto espacio de tiempo.

El año del pensamiento mágico, Joan Didion, Ed. Global rhythm
Un home de paraula Imma Monsó, Ed. La magrana
Las autoras de estos dos títulos comparten una dura experiencia vital: la muerte inesperada de sus respectivas parejas. I. Monsó recontruye la singular personalidad del que fue su marido y ofrece una suerte de tratado del duelo a base de humor y vitalidad. J. Didion escribe un libro duro, en el que intenta encontrar sentido a sus vivencias posteriores a la muerte de su marido y en el que reflexiona sobre la precariedad de la cordura.

Una cuestión personal, Kenzaburo Oe, Ed. Anagrama En este caso se trata de una novela con tintes autobiográficos (Kenzaburo Oe tiene un hijo que sufre hidrocefalia). El protagonista ve removida profundamente su monótona vida con la llegada de un hijo que padece una hernia cerebral que lo condena a una vida vegetal. La novela narra los tres días y noches siguientes al nacimiento de su hijo. Una narración dura y sin concesiones.

Una mente inquieta, Kay Redfield Jamison, Ed. Tusquets K. Redfield, psicóloga y profesora de psiquiatría, aborda el trastorno maniaco-depresiva en primera persona, contando su propia experiencia de enferma maniaco-depresiva.

Si tienes alguna sugerencia, no dudes en compartirla.

El dibujo de la entrada es obra de Jeannette Woitzik

 

MEDITAR

Meditar es algo muy básico. La meditación digamos formal –dentro de la variedad de formas que existen-  consiste básicamente en sentarse, con los ojos cerrados o abiertos, en una posición erguida, estable y flexible, sin hacer nada más que ser conscientes de la postura y la respiración, dándonos cuenta de lo que ocurre por dentro (pensamientos, emociones, sensaciones), además de lo que percibimos del exterior, como los sonidos, la temperatura y la luz. Todo ello, en una actitud de soltar lo que aparece, sin aferrarnos a nada, manteniéndonos abiertos. Esta doble cualidad de atender lo que surge y soltarlo es una característica principal de la meditación.

Por todo ello, meditar supone una práctica de pura presencia y pura consciencia que va en contra de la tendencia habitual de todos nosotros, que consiste en intervenir, juzgar, valorar, distraernos… y otras formas de evitar y empañar nuestra experiencia.  Así pues, meditar en su esencia es algo muy básico que puede resultar bastante difícil; es asimismo algo  lleno de sentido, un verdadero reto: uno se pone ahí, a entrenar la capacidad natural de estar abierto y calmar la mente, entreviendo por momentos los destellos del propio ser fundamental y profundo. Esto no sería posible, y sería un sufrimiento, sin un poco de sentido del humor (de ligereza y suavidad) y de espíritu amigable para con nosotros mismos.

• Dejo aquí unas recomendaciones bibliográficas, los tres libros son de Pema Chödrön:
“Cuando todo se derrumba” (Ed. Gaia)
“Comienza donde estás” (Ed. Gaia)
“Los lugares que te asustan” (Ed. Oniro)

• Y un video sencillo que enseña cómo meditar en un minuto

Poesía y Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)

En el Youtube que viene a continuación aparece el poeta Neil Hilnborn. La grabación corresponde a un recital de poesía, en el cual lee un poema suyo. Es un poema de amor. Impresiona su pasión, su actitud. Su determinación al mostrar un pedazo de sus vivencias. Los diversos giros de los versos destilan amor y dolor casi a partes iguales. Neil Hilborn es poeta y sufre un TOC.

La característica principal del Trastorno Obsesivo Compulsivo -TOC- consiste en la presencia de pensamientos obsesivos y actos compulsivos recurrentes. En lo que se refiere a los pensamientos obsesivos, se trata de ideas, o imágenes así como impulsos mentales que invaden la actividad cognitiva de la persona. Las compulsiones, a su vez, son actos o rituales que, de forma estereotipada, se repiten una y otra vez. Se trata, pues, de un trastorno que contiene un factor cognitivo, las obsesiones; y un factor conductual, las compulsiones.
Las obsesiones acostumbran a ser siempre desagradables, viviéndose como propias a pesar de ser involuntarias. Las compulsiones son el motor y la consecuencia de las ideas obsesivas.

Es un trastorno mucho más extendido de lo que se supone (se calcula que en España hay en la actualidad alrededor de un millón de afectados). Pero, como pasa en otros tantos trastornos de origen mental, se habla poco del mismo. Esta cuestión puede generar un malestar añadido, puesto que a la persona afectada se le suma al sufrimiento intrínseco que implica la enfermedad en sí, la idea de ser un bicho raro. Este hecho puede propiciar el ocultamiento de la misma, pudiendo generar una sensación de soledad desoladora, así como la dificultad de pedir ayuda profesional.